miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un post para escribir y reírnos entre todos


Hace tiempo que vengo pensando en varias historias que me han contado mis amigas sobre “ese” momento en que no te queda más remedio que darte cuenta que estás desbordada. Entonces pensé en que hagamos un post entre todos (los que me siguen por el blog y también los que me leen por el Facebook) contando “esa” anécdota propia o que le pasó a la amiga de mi amiga. Esa historia y no otra, para contar relajadas en rueda de amigas tomando un mate o una picadita. Para romper el hielo cuento dos:

La primera me pasó en la época en que no tenía niños y me preparaba para ir al centro a comprarme un jean. Ya sabía a que comercio iba, quedaba cerca de casa, acomodé un poco la casa, agarré la bolsa de la basura y salí a ponerla en el contenedor o lo que había en esa época. Tomé el colectivo por pocas cuadras porque no tenía muchas ganas de caminar, llego al local, me pruebo la prenda y cuando después de pagar me iba, la empleada me dice: “se olvida la bolsa” Miro y ahí estaba ¡la bolsa de residuos! sobre el mostrador de la cajera muy oronda mostrándome mi enajenación de ese momento. Estoica la tomé y la tiré en el primer basurero que encontré.

Otra: el protagonista es mi marido que es EL REY del despiste. Íbamos en el auto una mañana al aeropuerto, él manejaba y yo lo acompañaba. Su destino era Córdoba y como siempre íbamos con los minutos contados. Llegamos, lo saludo, voy hacia el auto y me doy cuenta que no tengo la llave del mismo. Corro al aeropuerto y en el mostrador con la mano levantada grito: “¡paren ese avión!”, ya era tarde, por las amplias ventanas vi como se iba la nave que llevaba a mi marido y en su bolsillo lo necesario para que YO volviera a casa. Resignada e indignada paré un remisse, le dí la dirección, lo hice esperar y volví al aeropuerto con la copia de las llaves en el bolsillo. Cuando regresé a casa llamé a mi marido (que en todo ese tiempo ya estaba en Córdoba) y le dije que sacara todo lo que tenía en el bolsillo….

Ahora les toca a Uds. ...

sábado, 24 de septiembre de 2011

no tuve un pasado de piratas..


Con frecuencia escucho que a alguien le entraron en la casa y le robaron joyas, dólares, plasmas, electrodomésticos de última generación. Estos últimos fáciles de reponer, porque con planes a largo plazo hasta un elefante puede ser adquirido.

Esto me llama a una reflexión: mucho dinero no tengo, siempre ando “bolsilleando”, viendo si me han sobrado algún billete de dos pesos o alguna moneda, para la compra de último momento.

Lo que me despertó curiosidad fue el tema joyas, casi siempre recuerdos de familia ¿Qué joyas tengo yo? ¿Que me podrían llevar? Desde que soy madre ando en jean, zapatillas, buzos, y cuando salgo me pongo algo de fantasía, pero tengo tres “cofres” que pocas veces abro y decidí entrar en mi mundo de “señora rica”. Bajé las tres “cajas de caudales” preciosos (uno no tanto, es una caja de lata de bombones, que me costó abrirla por sus bordes oxidados y ahí encontré mi pasado y mi presente pobre: baratijas, puras piedritas sin valor absoluto en el mercado de valores, ni siquiera tengo algo de bronce, cobre, o metal seudo precioso. Hay restos de aros de fantasía, relojes sin marca reconocida que no funcionan, mucha cadenita enredada que si intento desarmarla traigo con ella cientos de cadenitas más, entre negras (ex plata) y dorado descolorido.

Creo que las dejaré en la puerta de casa (del lado de afuera) para que los ladrones no se tomen la molestia de romperme la puerta (que seguramente es más cara).

Entonces pensé: ¿Nadie alguna vez me regaló una joya?, lo que sucede es que la joya soy yo y pan con pan comida de zonzo…

Y si… tengo que levantarme la autoestima!!! jajaja

jueves, 8 de septiembre de 2011

te empezaron a decir señora...estás en el horno



Seguramente no es de un día para el otro, pero en algún momento te das cuenta que debés estar mayor. Algunos de los síntomas son imperceptibles, otros te cachetean abruptamente como para despertarte de ese sueño inocente de que “nunca te va a llegar”, pero estás “hasta las manos” como dice el dicho.


De repente “no ves” cosas que antes veías y enhebrar una aguja es una tarea titánica y te encontrás con que tú hijo te dice: ¿necesitás ayuda?


Fuiste a más de tres médicos en el año y siempre te duele “algo” (espalda, cuello, cintura) que ya no pasa con Ibuprofeno y en la reunión de amigas el tema salud se toca en algún momento.


Pensaste ir a las Termas, porque el agua es calentita y parece que te calma todo…..eso te delata claramente la edad


La ropa que te parece ideal para vos está en negocios en que sus clientas son personas “grandes”.


Te molesta la música fuerte porque “no se puede conversar”


Te descubriste diciéndole a todos los hijos de tus amigos “Qué grande estás!” Y éstos en vez de correr a saltar a tus brazos y estamparte un beso enorme y jugoso con gusto a chocolate o a algo pegajoso, te dicen que ya tienen una edad cuyo número es dos cifras. ¿En que momento crecieron?


Te parece que todas las personas “de tú edad” están muy avejentadas.


Tus amigos tienen primos de cincuenta ó sesenta años ¿primos?


Te despertás sólo temprano, aunque no tengas que hacer nada, inclusive los fines de semana.


Un buen plan es ver una película sentado en el sillón del living.


Te acobarda salir una noche si hace frío.


Tus amigas son "las chicas" aunque usen dentadura postiza desde hace tiempo.


Te encontrás diciéndole a tus hijos las mismas cosas que decían tus padres: abrigate, ¿Estas son horas de llegar?¡podrías haber llamado! ¿ te llevás todo? ( ¡y él se está llevando tú auto! ), no me gusta esa chica/chico para vos…


Ya no tenés cumpleaños de quince ni graduaciones ni casamientos de amigos. De casualidad te invitan a los de sus hijos y sos un extra.


Sabés claramente que medicamentos toman tus padres y a que hora y en donde están en éste preciso instante y claramente los debés acompañar.


La mayoría de tus amigas hacen yoga o gimnasia en el agua.


Sentís que la tecnología avanza tan rápidamente que ni leyendo el manual terminas de entender el nuevo electrodoméstico y te encontrás pidiéndole a tú hijo que te de las indicaciones básicas (prender/apagar).


Tenés tiempo para cocinar tranquila, limpiar la casa y no hay horarios que te corran.


Podés tomarte vacaciones en cualquier mes del año.


Claro, todavía no te aconsejaron asistir a un taller de memoria, ni te reunís a jugar al Burako con tus amigas, es de a poco, por suerte todavía tengo niños en edad escolar, y aunque algunos síntomas me están tocando el hombro, me hago la distraída.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Que tiene que ver los chanchos con los aviones


Hoy voy a un conocido comercio de venta de ropa deportiva. Le pido a la empleada que me muestre un jogging azul para la escuela, cuando me dice el precio (exagerado) le comento que yo buscaba algo más económico porque estoy en la etapa en que mi niña está dejando los pañales y es una puesta, una lavada y en el medio crece y le queda chico. La empleada me pregunta la edad de la nena y comento tres años… el tema no fue darle la edad de mi hija, sinó dejar la puerta abierta para que ella me diera sus consejos como “maestra jardinera” (ese fue el título que ella me restregó durante toda la conversación), la cual se basó en la culpabilidad mía por retrasarle la maduración y no obligarla a dejar los pañales. Yo, ya madre de 3 niños (que dejaron los pañales últimos en su sala de jardín) y ya sin culpas y más relajada, intenté explicarle que la maduración no es algo que se impone, es un proceso fisiológico entre el esfínter y el cerebro, que madura distinto en cada niño y que ella estaba en el período “normal” de aprendizaje y de autoconocimiento de sus necesidades y de mis límites (a las madres no nos gusta tener la casa llena de charcos y el trapo con lavandina continuamente en la mano, etc)

Además esa criatura (la empleada, no era madre, tendría unos veintitrés años y detrás del mostrador de una casa deportiva intentaba transmitirme su saber aprendido de memoria de unos apuntes mal resumidos).

Lo siguiente en su explicación fue que yo le daba a mi hija una información distorsionada y ambigua. Con mi santa paciencia antes de decirle lee y enfrentate al mundo real. Le dije que la vida es contradictoria y eso también se le enseña a un niño. Por ejemplo le decimos que no toque el teléfono pero cuando llama la abuela, el padre o quién sea, le decimos:”tomá el teléfono y hablále”. Que ella iba a encontrar el momento para dejarlos, cuando se sintiera segura, que yo le doy los medios y las explicaciones pero en definitiva la decisión era de ella. Esto pareció irritarla más aún y me dice: con ese criterio ¡la vas a dejar consumir drogas!....mientras yo pensaba en la relación entre el pañal y las drogas, le respondía: no, dejarla no, le daré las explicaciones del caso, le enseñaré, la educaré, esto no se relaciona con drogas, pero si ella tiene treinta años y quiere probar y consumir, yo ya no tengo ingerencia, ni ella edad para recibir las indicaciones de la madre.

Ella volvió a repetirme que era “maestra jardinera” y me lo decía desde SU SABER.

Eso me pasa por dar espacio a quienes no me interesa su parecer.

Quienes quieran leer y nutrirse, les sugiero los artículos de Laura Gutman: http://www.lauragutman.com.ar/articulos.html : Esfínteres, control y autoritarismo.

Sinó están de acuerdo les doy el dato de LA MAESTRA JARDINERA para que les explique como alejar a sus niños de las drogas sacándoles los pañales al año y medio…


P.D1: éste post está dedicado a Carolina que me abrió la cabeza para encontrar mi propia sombra y a Diana que sé que prepara maestras jardineras como la gente y no como la del negocio!!!


P.D2:la imagen es tomada prestada de:http://ecofield.com.ar/blog/?p=3026