Hoy tuve que ir a la escuela de mis hijos a hablar con una profesora.
Aclaración: si bien ellos están en 7º, ya les han incluido algunas docentes de
años posteriores, para que se vayan acostumbrando al ritmo del secundario.
Pero como dice mi amiga Marina en relación con sus hijos ,” ellos están
adaptados y son capaces ¿pero yo?”. Si bien mi hija no la denomina así, tenía
que ir a hablar con: “La vieja de”.. en ese momento vino a mí como en una nube
mi memoria emotiva: la secundaria, y esas ancianas decrépitas, mujeres de
dientes postizos, peinados inflados con spray, olor a tapados guardados en
placares llenos de naftalina, labios rojos mal pintados y con un saber de libro
de memoria. Aunque soy bastante injusta y he tenido en mi historia escolar
docentes entrañables, queribles, hasta adoptables, de esas que da gusto
escucharlas y hasta verlas y pararlas en la calle para conversar. Pero ésta
mañana no estaban en mi cerebro y yo era la madre de… “citada para…”
Primera pregunta de mi cobardía maternal: ¿Por qué no citan a los padres
varones?....me arreglé y fui pensando en lo que me diría y en lo que debía contestarle.
Tuve que salir del rol adolescente que me embriagaba y me decía al oído “que
esa mujer no tenía la razón, no entendía nada, le había tomado bronca y la
tenía de punto”. Por suerte encontré mi eje a la entrada de la escuela y
en cuanto me la presentaron supe que la realidad era otra. Ella era suave,
dulce, de no más de 1,50 mts, joven (27 años me dijo que tenía) y hasta ternura
me inspiró. Su desconcierto ante ciertas posturas de mi hija la tenían
realmente preocupada (o habría que darle el Oscar) pero le creí, nada que una
madre y una docente no pudieran arreglar con tres palabras. La charla rondó más
en la realidad cotidiana, la biología y como hacer un compost (tema de mí
interés porque tengo mi huertita y estaba en duda en unos materiales). Nos
saludamos con un beso y salí pensando en mis viejas docentes secundarias
¿serían así de ancianas? Nadie nos prepara para ser padres, pero para ir a
hablar con los profesores menos.
La semana pasada fui a anotar a mi hijo a una escuela y me dieron el
Reglamento, cuando empiezo a leerlo casi muero de la risa: “está
terminantemente prohibido el uso de armas de fuego, armas blancas, el uso de
piercing, collares, pulseras, anillos, el uso de celulares dentro del aula,
gorras (en clase) y mascar chicle en el aula (todo en el mismo contexto) con tres
renglones de diferencia.
Además, hablaba de cosas comunes y no tanto: deben asistir con el uniforme
reglamentario, en buen estado, “limpio”, a horario, se les tomará lista y se
izará la bandera…
En una ironía emulando a Geretto le digo al secretario ¿Por qué están
prohibidas las armas de fuego?¿ Los otros chicos envidian? Y gracias a Dios la
persona que me atendió tenía humor y me dice: ¡si Uds. supieran las cosas que
nos han pasado en los dieciséis años que estoy acá! Y yo pensaba en mi mamá y en
mi papá y la imposibilidad de que les hubieran dado a leer un reglamento así. Además,
aclaraban como una novedad “que los hijos son responsabilidad de los padres”.
Leyendo esto parece que yo hice la secundaria en el 1800 y noto como han
cambiado los tiempos….los docentes han rejuvenecido y los reglamentos se van modificando
para
adecuarlos a otra realidad.
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